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Alex Arias
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Escena de caza
Camine despacio, descalzo
me puse al borde
en la intemperie.
¿Cómo lo vas a hacer
con pastillas
una soga
o de un balazo?
Desde mi cabeza
sentí escurrir el agua hirviendo
hasta mis enrojecidos genitales.
Con los oídos tapados por el agua
podía sentir en mi vientre
su eco corriendo por el bajante.
Imagine las paredes grasosas
cuasi obstruidas de esas arterias
y lo difícil que sería tragar toda esa agua rancia
Yo lo haré en el contenedor, con la soga
algún fin de semana de estos.
Luego, reventó su voz al otro lado
debes irte
si no quieres vivir conmigo.
Fue todo.
Cortamos la llamada
…y vi diluirse el abundante rojo con la lluvia.
Escena de caza
Todo aquello parecía un tributo a la desgracia.
A fuerza de costumbre, los cazadores con la espalda ardida pasaron a primera línea. Los otros, los más ingenuos, vieron humedecer su rostro por el sudor del miedo. El trópico era agobiante y vengativo.
El voraz traqueteo del diluvio se dejó caer y los lavó, pero no sus miedos incesantes. Al fondo, la aplanadora apenas se percibía en un cimbrar contra los cadáveres de palo. Escuchamos;desgajes, chillidos, corridas estrepitosas, hachazos y los arrastres de los gigantes en el suelo fangoso en una sorda agonía.
Era una música violenta, triste, defectuosa, como esos violines asfixiantes e inciertos que solo el hombre hace sonar. Desde ahí me di cuenta que no hablábamos el mismo lenguaje, nuestra naturaleza ya era otra, el artificio inventado por nosotros nos había alejado de nuestros orígenes, habíamos librado una guerra contra todo aquello que nos era incomprensible, todo ese lenguaje de sonidos, imágenes, sensaciones táctiles, olores y sabores debían de ser esterilizados, neutralizados, reclasificados y remedidos bajo nuestras propias normas.
Mi hermana se había extraviado hacia años por aquellas tierras, la recuerdo con su andar triste y minúsculo a pleno medio día, cuando decidió adentrarse, se fue diciendo que ella iba a evitar que ardiera la rivera y salvaría aunque fueran las astillas de los gigantes. Todo aquello eran maderas olorosas, eran la perfecta sustitución de nuestros miedos, pero son pocos los que se inmolan.
Ese día, el monte todo era una marea de cenizas y aquí estaba esa fábrica de bestias demoledoras. Todo aquello era puro amor al crimen, el placer era la mentira – usted me entiende.
Al fin – vea usted— todo el espesor de la saliva se habríadisuelto; verdugo y víctima serían lo mismo. Recuerdo esos días como el de hoy –mermelada y sal disueltas en agua amarga—Así fue, es y será, todos los idiomas por difíciles que sean se pueden aprender,sobre todo, la mentira, el odio y las ansias del poder. “Camino hacia atrás y para mí esto es puro abismo, todo lo que puedo explicar es muy vago”.