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Saúl González. Nació en San José en 1977, pero vivió su infancia en Barrio Santa Cruz de San Isidro de Heredia. Se recibió como como Abogado y Notario Público en el año 2000. Desde ese año se desempeña como abogado litigante y profesor universitario. Algunos de sus poemas han sido publicados en revistas literarias, pero la mayor parte de su obra poética es inédita.
CONFESIONAL
Bajo fe de juramento rendida sobre agua,
mutilada hasta lo irreconocible,
apercibido por mis insomnios,
desvaríos,
trances y complejos
de las penas veniales y las perpetuas,
me confieso:
Poeta moderado,
con una soledad igual a la marea,
discontinua,
constante.
Con huesos sellados como la muerte
que manoseo de forma vana e impune.
Desencantado,
seco,
roído por las distancias.
Atrapado en capítulos monótonos y largos,
los versos se acumulan en el suelo de mi espíritu.
Debo barrerlos,
como se debe,
hacia afuera.
La pleamar debe ser desahogada,
pero a menudo estoy asquerosamente limpio,
solo tengo un rezo en la punta de la lengua,
sesudo,
infértil,
y lo pierdo llorando
con la sensación de que no vivo ni escribo,
únicamente sucedo.
UNO
Uno es eyectado del vientre de su madre
como tiro de cañón,
lanzado del útero al éter,
a la luz de los colores y los géneros,
condenado a ser una ruina
que debe levantarse desde el polvo
sobre sus propios pies temblorosos
urgido de mamar la leche mundana.
Uno es una sombra arrojada al suelo
con las uñas enterradas en un poema,
en la enigmática inmaterialidad de la memoria.
Uno es la pieza que no faltaba,
destripa la ausencia una y otra vez
llora amargamente y ríe sin cautela,
hasta que un día
observa el vacío
y se da cuenta que no tiene
más que una tarde oscura,
con olor a retirada,
con sabor a pechos de mujer,
marcada bajo el único signo
que queda a la vista,
la espera.
ALEJAMIENTO
“No hay barrera entre la nada
y un rico universo lleno de materia”
Frank Wilczek
El vacío es nuestra madre.
Sos esta página
que estuvo en blanco.
Dentro de mi cuerpo
percibo entrañas,
un corazón, un hígado,
no hay problema,
las vísceras conocen su trabajo.
Pero cuando percibo un agujero
enorme como la palabra espanto,
que se aloja en mi interior,
me sale por los ojos
y se expande
hasta que dejo de verlo,
sé lo que somos.
Estamos hechos de vacío,
no nos alejamos,
distancia es la madera
que empalma nuestro espacio.
ERROR HISTÓRICO
Vos y yo deberíamos haber acabado
como esas parejas
a las cuales los años les retumban en los oídos,
que escuchan grillos en lugar de reclamos,
gastan los besos como si tuvieran fecha de caducidad
y los saborean como un zumbido de abejas en la boca.
Hoy recordé, no obstante,
que no estamos juntos,
los besos se me vencen
como las latas de comida en las gavetas
y los años me están dejando sordo del oído izquierdo
sin que ni siquiera lo sospechés.
Esto, sin duda,
es un error histórico.
Que la historia, pues, nos lo reclame.