Vals en Verso y Prosac
1.
Fue difícil calzar mis pies
y seguirme en lo que quiero
para continuar siendo como quiero.
Cuando usted no estaba,
Maestro azul obscuro,
me inicié en sus idiomas.
Afuera
un acordeón
toca una canción
de Yann Tiersen.
Ahí donde lo miré
casi dos años más viejo.
A punto estuve de tocar su cara, ver de cerca sus ojos y todas las arrugas nuevas, cuyas comisuras sólo así habría podido conocer bien.
Registrar de esa manera su nueva fisionomía.
Vinieron un par de días raros, reviví mis costumbres de usted, como rituales religiosos que, finalmente lo invocaron para que estuviera en casa.
2.
Me recordó a mí,
mis juegos,
papeles,
abrigos,
colores agua,
los “porqués”.
Afuera el acordeón sigue tocando.
La visita terminó,
me despedí
con lo justo,
lo necesario,
en un estado de ingenuidad absoluta,
fui liviana,
me abandoné un rato
en usted.
Qué difícil calzar mis pies.
El vals invade mi silencio,
debería aprender a tocar el acordeón.