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NATALIA MURILLO QUIRÓS
San José, Costa Rica. 1979. Estudió física y es docente e investigadora en el ITCR desde 2004. También trabaja en divulgación de la ciencia, área en la que ha publicado dos libros y a la que dedica su blog Física Arroz y Frijoles y la columna Ojo de Camaleón de la Revista Paquidermo. Desde el año 2012 ha participado, de forma intermitente, en varios grupos de poesía y ahora en el contexto del Taller "Del poema a la arquitectura del poemario" presenta algunos de sus textos
¿Qué se puede escribir con un gato dormido en las rodillas?
La mañana alcanza al mediodía,
en domingos de horas revueltas
te veo volar por la cocina.
Yo ni respiro
no dejo de sentir en los muslos
el ronroneo de ese peso casi flotante.
Afuera el mundo arrolla al que se atreve,
adentro
el tibio maullido, el olor tostado del pan.
Ocho uñas se clavan en un sobresalto
resuelto en el más plácido de los sueños,
modorra,
el abrazo de un gato.
El domingo sin definirse
inevitablemente se convertirá en lunes.
Lucy in the sky with diamonds.
Descalza camino en mi sueño,
busco con angustia mis zapatos
entre la muchedumbre que habita mi mirada.
He estado ahí cientos de veces.
Es mi vida interpretada por fantasmas
que dan pasos dentro de las espesas paredes
impenetrables para mi,
yo en tanto me exilio
temiendo algún tipo de muerte por olvido.
Despierta, sueño dentro del sueño,
no me importa más el tumulto,
el juicio o la ausencia,
y nunca necesité zapatos.
Siempre quise ser Lucy, y estar en el cielo
con diamantes.
Llegó carta
Llegó carta de papá
me cuenta de sus miedos y me dice en qué cree.
El tiempo pasa y su torpe dignidad se arruga en el silencio
no habla más
pero me escribe cartas o yo las sueño.
Llegó carta de papá, un sobre vacío.
Con su mudez construyo castillos
y lleno ciudades.
Llegó carta de papá, un papel rasgado
La procesión va por dentro
Mis muertos me acompañan
a velas y entierros
lloran al difunto,
se encargan de buscar las flores
y los pedacitos de alma
que se me escurren por los puños.
Me acompañan
-falsas conversaciones, verdaderas lágrimas-
y cuando me desplomo en el sillón de casa
me acarician el pelo.
Se alisan la ropa,
ponen buena cara en mi lugar,
reciben al nuevo.
Le anuncian
que le toca hacer el café cada mañana.
Agorafobia
Preferiría quedarme en el jardín,
llenar el plexo solar, de par en par abrirlo
en tierra conocida, sin sorpresas.
Atravesar la puerta de la casa
es ser golpeada con lágrimas y saliva
la gente, témpanos salinos,
murmura, hiere, respira el hedor a miedo
y yo lo exhalo a bocanadas.
Saben de mi alarido sin oírlo,
aún en verano hay nieve en sus ojos.
Quiero controlarlo:
el miedo, el miedo, el miedo,
lo toman, lo amasan, hacen una esfera,
la avientan a mi pecho…
Pánico, equus ensordecedor.
No tiene sentido, me reprendo:
-hay cefalópodos más inteligentes que yo-
Pero el miedo pesa como alabastro
y mi jardín me invita a que lo habite,
cálida y dulce, así, la eternidad.
Del ejercicio # 3
Martita, más joven que yo
Hoy por la mañana
mi madre amaneció más joven que yo.
Al desayuno,
movía las pestañas largas hechizando las migas del pan,
y a la hora del almuerzo se anudó coqueta un pañuelo al cuello
mientras picaba chiles dulces.
Se le notaba jovencita en la risa escandalosa
¡cómo reía!
Por la noche ya no es mamá.
Martita se aloca por los pasillos
y baila sola en medio del salón.
La veo y soy yo la grande,
juro que ABBA, en cuerpo presente,
toca para ella su “dancing queen”.
No hay princesas en Mónaco, ni sanguches de merienda,
ni llaves de la casa, ni candado, ni portón.
Solo mamá, Martita,
que hoy amaneció más joven que yo.
No quiero decir te extraño
Algunas tardes me perturba
la desnudez de los maniquíes en las vidrieras,
y me desconcierta la sospecha de naufragio
de La Pinta, La Niña y La Santamaría.
Descubro la vergüenza de las puertas,
percudidas al dejarse atravesar diariamente por un extraño
y me invade la certeza que a humanos y tiburones
lo único que nos diferencia es la nariz.
Quisiera detenerme,
reivindicar semáforos en rojo,
bailar con policías que pintan grafitis.
Sonreiría, si por un instante, fueran ciertos todos los clichés,
y los novios se besaran bajo la lluvia.
Deseo visceralmente
que la vida sea una comedia romántica con Drew Barrymore y Tom Hanks
y que nunca se olvidara cómo montar una bicicleta.
Pero sobre todas las cosas,
querría
que ausente de tus preguntas
hoy tocaras mi puerta.