Del libro Los pájaros de Hitchcock, escrito entre 2007 y 2018
5 poemas de Otoniel Guevara*
Ilustraciones del Maestro Héctor Hernández
Poeta. Naturaleza indeseable.
No tendré paz jamás
Pier Paolo Pasolini. [La rabia].
Me pidieron Verdad y di Verdad. La amortajaron.
No me disculpé con Dios por entrar a su templo con zapatos lodosos.
A ningún criminal que me atacó denuncié con la policía.
Cuando voté perdió la mayoría, como siempre. También cuando no lo hice.
Mi firma no figura en los Acuerdos de Paz.
Permití que mis enemigos me utilizaran en su burdo provecho.
Mi indiferencia desató pasiones.
No logré emborracharme más que de placer.
Me despidieron de un empleo porque mi pelo asemejaba al de Jesús.
Y por la misma razón me dieron otro.
Gocé de una insistente incapacidad para domesticar esta lengua perversa.
Emprendí negocios estúpidos.
Cierta vez compré un carro que doce horas después yacía destruido en la esquina de un parque el día de mi cumpleaños.
No sé nadar ni escupir ni enterrar amigos.
No poseo licencia de conducir ni llaves de mi casa.
Asusto a la gente con mis carcajadas.
No sé vestirme a la moda ni contra la moda.
Nunca voy al médico.
No me perfumo ni uso desodorante.
Detesto a los profesores de leyes, caminar bajo el sol y que la gente llore.
Mis amigos están muertos.
No tengo tarjetas de crédito ni cuenta en un banco.
Lo que sí tengo es un poco de rabia,
un poco de sueño.
A mis amigos Giovani Guardado y Claudia López, con quienes estuvimos en ese accidente (en la esquina del Parque Centenario de San Salvador), y que hoy ya no están. A su memoria.
Sobreviviente. 17 de junio.
Ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima
Álvaro Mutis. [Nocturno].
Mi cabello no es gris: gris es mi sangre.
Ello obedece a un trastorno en las calles de mi pueblo
que en lugar de conducirme hasta la puerta de mi casa
me arrastran
hacia los ruidos tenebrosos del pasado.
¿Cómo saber si esta pared
resguarda a una familia
o es el enclave favorito de un pelotón de fusilamiento?
Esa esquina ¿tiene cien años
o cien asaltos a mano armada?
¿Cuántos galones de lluvia ha bebido esa cloaca
y cuántos de sangre inesperada?
Ese farol ¿ilumina con todo su poder
o es sólo
la última gota centelleante
del estrangulamiento de la noche?
Un sapo croa huesos amoratados.
Una luciérnaga corroe la oscuridad.
El cielo ya no es gris. La lluvia es fría.
Un río de dolor corre en mi sangre.
No posee aroma.
Sólo retumba.
A los jóvenes asesinados en los años setentas y ochentas por los escuadrones de la muerte en mi pueblo, Quezaltepeque. Y a todos los que siguen muriendo en estas calles.
Jorge Alberto. Últimos días.
Venga, decidme cómo es el amor
W. H. Auden. [Venga, decidme la verdad acerca del amor].
¿Cómo el áspero sonido del cierre de una prótesis?
¿Cómo la mosca que abreva en una lágrima?
¿Cómo el zapato nuevo en el pie torturado?
¿Cómo la navidad en una morgue?
¿Cómo carta extenuada en manos de una madre?
¿Cómo la soledad del maniquí?
¿Cómo el sonido de la llave que enciende la prisión?
¿Cómo reconocer sus ojos entre la multitud?
¿Cómo hombro encharcado de llanto?
¿Cómo infante que sostiene el ataúd de otro infante?
¿Cómo reencontrarse después de una gran guerra?
¿Cómo la posibilidad de hacerlo todo?
¿Cómo cielo inalcanzable y azul?
¿Cómo salir del cine despeinado de besos?
¿Cómo el traje de payaso de la muerte?
¿Cómo la plenitud de esa mirada náufraga?
¿Cómo?
¡Alguien que diga cómo!
A mi padre, que finalmente murió.
Franklin. 5 de la tarde.
Un Dios que muestra su ira
no tiene sentido.
Rainer María Rilke. [Tú no esperes…].
De pequeño
salía bajo los aguaceros a buscar
el lugar donde se guarecían los pájaros.
Nunca lo descubrí.
Pero continúo creyendo que Dios les lleva toallas
en algún paraíso desahuciado.
Rehén. Ninguna hora de la noche.
La muerte anda en los pasos de la sombra
con los puños abiertos, aguardando.
Jorge Valdés. [Estancias].
En derredor gotean los chillidos:
lobos,
crías de venados,
amargas ratas:
todos muriendo,
todos matando.
Dentro, huelo la noche, huelo
la luz sacerdotal de las cornisas,
la raíz impoluta del miedo, las hojas
de los cítricos, los relojes imberbes,
la desesperación del mobiliario.
Mañana
las noticias serán insoportables,
nauseabundas,
usuales.
Toco la puerta
sin desesperación
sin fe
para saber si hay alguien en la calle
que responda.
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*Otoniel Guevara nació en las cercanías de la laguna de Chanmico, San Juan Opico, en junio de 1967. Estudió Periodismo en El Salvador y Nicaragua. Su obra es Patrimonio Nacional desde 2005 y en 2018 fue declarado Gran Maestre de Poesía. Ha participado como poeta, periodista, gestor cultural, conferencista, tallerista y activista político en eventos en América y Europa. Su poesía se ha publicado en más de 40 títulos individuales, ha obtenido más de 20 premios y ha sido traducida parcialmente a 8 idiomas. Como editor ha publicado a más de 200 poetas del mundo. Participó en el documental La batalla del volcán, sobre la poderosa ofensiva guerrillera de noviembre de 1989. Condujo y produjo el programa “Las voces de los poetas” en Canal 10 de Televisión Nacional. Dirige la Fundación Metáfora y el sello editorial Chifurnia Libros.