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V textos de Margarita Drago

Nuestra casa

 

La casa se llenó de telarañas

desde el día fatídico

que los hombres armados

irrumpieron.

Uno a uno nos fuimos marchando.

Entraron otros.

La invadieron habitantes sin rostro,

tomaron posesión de los cuartos,

hicieron  suyas 

las camas y las mesas,

las sábanas y los  manteles.

Levantaron paredes y tabiques.

Cortaron de raíz

el rosal, el parral,  el limonero,

y con ellos

los sueños de mi padre,

mis juegos y mis cantos  infantiles.

La casa se llenó de escombros, 

de toldos sobre pilas de ladrillos.

Al interior, los mismos muebles

en los espacios de siempre.

En las viejas paredes,

los mismos cuadros

presidiendo la mesa familiar

o velando el sueño

de los que ocupan nuestras camas.

En un rincón del comedor,

la antigua Singer,

esperando,

bajo  un manto  de humedad, 

herrumbre y polvo,

las manos temblorosas de mi madre

para  hilvanar, 

entre puntada y puntada, 

sueños, memorias  

e historias familiares.  

Mesas, camas,  cuadros, 

retratos, sábanas, manteles, 

custodios silenciosos 

de una historia

que se rehúsa a morir

sepultada 

bajo escombros, 

telaraña,

olvido.

Morriña

 

Añoro el río donde bañé la risa

de la infancia

y el gato que me esperaba en el tapial

a la salida de la escuela.

Añoro la mesa y su mantel,

el té y las galletitas,

la mano de mi madre

hojeando mis cuadernos

y a mi padre, acariciando al perro

que  esperaba

a las cinco de la tarde

su  bocado.

Pero el río  no es el  de entonces,

y el gato por las tapias se ha perdido,

mamá se fue,

no hay quien hojee mis cuadernos,

papá marchó herido por la pena,

y tras él el perro en busca del bocado.

 

Impronta

Dejó su impronta en las sillas,

la mesa, las paredes de la casa

por él levantada.

Los nuevos  dueños

pretendieron borrarla.

No pudieron.      

          

Su marca quedará guardada

aun  bajo los escombros

de lo que fuimos.

 

Guardián de la memoria

 

Amo este cuerpo que largamente

habitó las sombras

que supo de rigores

abandono soledad olvido

amo este cuerpo

tantas veces codiciado por la muerte

tantas veces azotado

por vientos de lejanas latitudes

amo este cuerpo   

tesoro oculto

guardián de la memoria de los  tiempos.

 

 

Deseo

Este querer ser y más ser
en tu carne en tu aliento en tu mirada
este afán por perpetuar la  aurora
y la palabra deshaciéndose en mi almohada.

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Margarita Drago (Argentina).  Doctora, catedrática de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, poeta y narradora.  Autora de Fragmentos de la memoria: Recuerdos de una experiencia carcelaria (1975-1980), declarado de interés cultural por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina; de los poemarios: Con la memoria al ras de la garganta; Quedó la puerta abierta; Hijas de los vuelos; Un gato de ojos grandes me mira fijamente; Heme aquí; Con la memoria stretta in gola; Sé vuelo, y del estudio académico  Sor María de Jesús Tomelín (1579-1637),  concepcionista poblana: La construcción fallida de una santa.  Es coautora   de Tomamos la palabra: mujeres en la guerra civil de El Salvador (1980-1992).   

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