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Ocho poemas de Víctor Hugo Fernández

CONFINADOS

 

El verde se transforma en rojo,

sobre las carreteras vacías

desemboca en estampida de soledades,

aunque siempre fuera amarillo,

en tu huerto sigue siendo verde,

como la esperanza.

 

El alma no encuentra su sombra

la esfinge se confunde con los monumentos,

la ciudad es un axioma.

 

En los parques,

entre tanta hoja caída

el lenguaje es una estación

que cambia de color.

 

La poesía ya no yace, se sumerge,

hasta disolverse,

en el azul de las nubes.

Evita los pañuelos,

es solo una palabra

en medio del fragor de una tormenta

que no escuchamos.

El infinito

un cuarto vacío,

una ventana que no muestra paisaje.

Aquel poema sobre la mesa

hasta donde viajamos interminablemente,

tus labios cubiertos

por una mascarilla que nos aleja.

 

Un blues se escucha lejano,

desde el confinamiento,

la vida llora en alguna parte.

TEMPUS FUGIT

 

Descendimos los escalones

para reencontrarnos con el ayer

que ya no se queda en la cochera.

Salimos a buscarlo entre las calles,

las alamedas floreadas

y sus pájaros indiferentes.

 

Ya nada será igual,

nos decimos todo el tiempo

aunque no dependa de nosotros

y la ciudad se oxide de tanto abandono.

 

Atravesamos la última esquina del confinamiento,

hasta toparnos con las calles vacías,

las casas abandonadas,los demás

escondidos bajo un bosque de sombras,

retrocediendo hacia el lugar

donde se extraviaron los últimos abrazos.

 

Desde los balcones,

las palomas miran indiferentes.

Las nubes calientan la lluvia,

con que refrescan las tardes,

y construyen la arcilla de las hormigas.

Aquí todo sigue igual,

nosotros incluidos,

todavía buscando.

EN EL APOCALIPSIS NO MORIMOS TODOS

 


 

Hemos encarcelado

tantas horas dentro de la casa,

la estación del tren

la parada del autobús,

la nostalgia de las calles.

Para engañarnos

salimos a los balcones,

aplaudimos la inexplicable incertidumbre

de mirarnos a los ojos,

los héroes desafían el contagio,

pero nunca pidieron jugar ruleta rusa,

llamarlos héroes disimula nuestra cobardía.

 

Ahora sabemos

que en el apocalipsis no morimos todos

que las mañanas iluminan la muerte

en los parques,

en las plazas

en los callejones de la ciudad,

al otro lado de los sellos sanitarios,

donde las palomas cagan las flores

y las bancas abandonadas.

 

El viento sigue soplando,

con la misma indiferencia

con que silbaba bajo tus labios,

cuando me dabas las buenas noches

antes del confinamiento.

Ahora que finalmente tenemos certeza

de que nada es

porque todo se diluye,

memorias confusas

de un tiempo que nos quitaron.

LÚDICA MUERTE

 

Todo comenzó como un juego,

un desafío de conciencia,

una forma de sostener la respiración

en medio de la llanura

donde agonizaba la ciudad.

 

Todo comenzó tímidamente

como comienza la vida

cuando la conciencia estruja

cuando mirar hacia atrás

confirma el vacío que nos sostiene.

 

Después vendría la caída,

muro infinito

que nunca concluimos.

Seguíamos cayendo,

mientras los pájaros construían refugios

y nos ignoraban.

 

Todo comenzó como un juego

donde la esperanza

siempre supo decir su mentira.

Entonces decidimos creer,

hacer caso

quedarnos en casa,

pretender ignorar

cómo renunciábamos a la vida,

mientras el temor a la muerte

ejecutaba el exterminio.

PENSAMOS QUE TODO SERÍA DIFERENTE

 

Pensamos que todo sería diferente,

regresar al polvo indivisible

ensuciarnos por dentro

sin mayores contratiempos.

 

Quedarnos detrás de las puertas,

dejar las ventanas abiertas,

escuchar las aves,

imaginar su vuelo.

 

Cuando llegó el confinamiento,

pensamos sería lo mejor

para recuperar las caricias

que la rutina había sepultado,

protegernos del contagio

y continuar con el asombro

que insinuaban los amaneceres.

 

Volver a creer en el planeta

y sus especies malagradecidas,

todo eso amor pensamos

mientras nos mirábamos enardecidos

porque escondernos,

siempre fue nuestro mayor sueño,

vestir ligero,

sin maquillaje.

 

Ahora que finalmente lo logramos,

que no existe fecha cierta

para regresar a la ciudad,

con sus parques abandonados

y su miseria infinita,

descubrimos que nuestro oficio

ha sido posponer la vida.

Porque mañana siempre sería diferente,

pero ya se hizo tarde.

POR QUIEN HE SIDO

 

 

 

No tengo idea cómo empezó todo,

quizás una mañana de lluvia me asomé a la ventana,

las naranjas lloraban en silencio,

las aves se guarecían bajo el único árbol del patio,

donde todos escribíamos nuestros nombres

para no olvidarnos,

cuando más propensos al abandono

que provoca la memoria nos encontrábamos.

 

Nunca comprendimos de qué se trataba,

solo nos pareció que contar la historia

era la mejor manera de esperar a que saliera el sol.

Pero el sol nunca salió, la luz fue solo una ilusión pasajera

para disimular la lluvia durante las mañanas oscuras.

 

No tengo idea de cómo empezó todo

seguimos asomándonos a la ventana,

las naranjas convertidas en sangre,

el árbol transformado en mástil que sostiene el patio,

la lluvia convertida en un velero

que se extravió en el tiempo.

 

Al final, seguimos siendo el niño

por quien hemos sido capaces

de contar la historia,

hasta que nuevamente todo vuelva a comenzar

cuando la sombra se refugie en el silencio

y abandone a quien hemos sido

sin darnos cuenta.

 

A veces, me parece que todo es un sueño,

que tocó mirar al vacío desde una casa ajena,

donde fuimos inquilinos con ansias de echar raíces,

pero ya el árbol había sido plantado por otras manos.

TRUEQUES

 

Navega Odiseo sobre el mar furioso,

la nave negra corta las olas,

se renueva en espuma,

las sirenas admiten su derrota,

lloran en silencio,

desaparecen bajo los arrecifes.

 

Llueve eternamente sobre cubierta,

peces extraviados golpean

los rostros de los remeros

y se pierden sobre la borda.

 

El Héroe,

amarrado al mástil mayor

guía las naos,

su voz se escucha serena

la tormenta le resulta ajena,

no ignora que al otro lado de la niebla,

allí donde nace el viento

y el mar se convierta en bosque,

lo espera la hechicera.

 

Hermes el joven

El argifonte  con su varita de oro

comparte el antídoto y previene al héroe,

de acabar su noche entre los cerdos,

pero nada puede hacer

ante los encantos de Circe,

que a Odiseo conducen al lecho.

Entonces el héroe regresa sobre su humanidad,

se vuelve astuto,

solicita a la hechicera un trato justo,

a cambio de su desnudez y su amor ardiente

respetar su virilidad es un compromiso.

Sedienta ante el cuerpo del guerrero,

cuya ardorosa pasión en el campo de batalla y en el lecho

había recorrido los confines del planeta.

Circe acepta sus condiciones

peroantes de dejarlo en libertad pide a cambio

que el héroe descienda al Hades,

a conversar con Tiresias.

 

Pero Tiresias se rehúsa recibirlo,

es para entonces un ciego retirado,

que se consume lentamente en las tinieblas.

Sin oráculos ni profecías

sobre su veloz nave negra,

el viejo guerrero regresa al océano,

guía sus hombres a casa

donde lo espera Argos,

el perro que rehusó ir a la guerra.

Ignora que Penélope enamorada

con un pretendiente desconocido

desapareció la noche en que el Atalaya

anunciaba el final de la guerra.

No existen razones para regresar,

Odiseo lo sospecha,

pero no encuentra forma de explicar

a sus fieles guerreros

que Ítaca habita en el corazón.

 

El Argifonte lo observa,

agitando impotente su varita de oro,

a su lado los dioses envidian

la grandeza del héroe,

que descubre en Ítaca

la infinita soledad del hombre.

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SAN JOSÉ, COSTA RICA, (1955). Poeta, narrador y ensayista. Posee una Licenciatura en Filología Española y una Maestría en Literatura Comparada. Ha ejercido el periodismo cultural y la crítica de danza en medios nacionales, y cooperado con revistas internacionales. Miembro fundador del grupo Literario “Sin Nombre”, que reunió a otros poetas y artistas de su generación en torno al movimiento de promoción del arte en espacios urbanos, con excelentes resultados de público y crítica. Fue director del Suplemento Cultural Ancora que publica el diario La Nación entre 1989 y 1996 y desde allí desarrolló una amplia labor en beneficio de la cultura, logrando la consolidación y el realce de los premios Bienales Ancora de la cultura, que se entregaron en diferentes géneros y prácticas artísticas y científicas, destacando la obra de comunidad creadora e investigativa nacional.

En novela ha publicado Los círculos del cuerpo (REI, 1992), En Poesía ha publicado Calicantos (Mesén editores, 1982), Las siete partes en que antiguamente se dividía la noche (EUCR, 1991), Escala en Santa Rosa y otros trenes (BBB, 2014), Genealogía de mi sombra (WG, 2016), Canciones para un Minotauro (WG, 2018), No todas las naranjas cantan igual (WG, 2019). Su obra ensayística es amplia. Es director fundador del proyecto Planeta Musical -música y poesía por radio en Internet-, por medio del enlace: www.planetmusicradio.com

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