“De Apollinaire a Ginsberg”
La cita es puntual. Ubico fácilmente la casa. No hay problema con la dirección que días atrás me había sido proporcionada por él mismo. Los términos de la entrevista fueron pactados fácilmente: su primer libro Suburbia es el punto medular. Tema que inevitablemente conlleva atravesar por el poeta y su visión de la poesía. Es la hora y fecha pactada. Toco el timbre del intercomunicador con duda: ¿habrá olvidado nuestro encuentro? Imposible. De forma inmediata escucho su voz. Nos esperaba. La recepción es seria, casi formal. Rápidamente ingreso al interior de la casa. Es amplia, elegante y sobria. El poeta dispone la mesa del comedor para nuestro encuentro. Mientras es colocada la cámara de video, realizo algunos comentarios para romper el hielo. Compartimos el Derecho como profesión. Me valgo de ese detalle para iniciar la plática. Patrick Cotter es abogado de 47 años. Pero primero fue y es poeta.
P/ Usted publica muy joven. Descríbamos aquel Patrick Cotter que llega a publicar con tan solo 18 años. R/ A los 17 años entré a Estudios Generales de la UCR y de casualidad en la cooperativa de libros que había en ese tiempo, compré los manifi estos surrealistas de André Breton. Los leí, y para mí fue fascinante ver cómo se podía hacer poesía de manera radicalmente diferente a lo que hacía la tradición histórica más conocida. Este libro me impulsó a escribir poesía de manera espontánea a los 17 años. En ese tiempo tuve de profesor de Estudios Generales a Carlos de la Ossa y a María Gabriela Chavarría. Ellos lograron que yo me tomara en serio mi poesía, me dieron mucho impulso. En ese año, 1986, era el 50 aniversario de la muerte de Federico García Lorca. Entonces se convocó a un certamen de poesía alusivo a Federico García Lorca, en la UCR, que abarcaba las demás universidades. Yo tomé el material de poesía que tenía trabajado y lo adapté como un homenaje a García Lorca. Este material conforma una parte de Suburbia que se llama “La cifra verde”. Esta poesía ganó el primer lugar en el certamen. Ello me abrió muchas puertas. Publiqué un par de veces en una revista. También, en la sección Áncora de La Nación salió publicada en ese año la poesía que había ganado aquel certamen. Yo seguí escribiendo poesía. En el año 87, rápidamente, tenía bastante material y me di cuenta que ya estaba en condiciones de pensar en una publicación. Suburbia, lo trabajé mucho. Los poemas los corregí muchas veces. Traté de hacer un todo coherente. Revisé las pruebas, cada aspecto Patrick Cotter 8 del libro. La tecnología no era como ahora y había que estar viendo los levantamientos de texto. Ver que se hicieran esos quiebres vanguardistas que no son versos típicos, sino una manera tipo Apollinaire de concebir la poesía en la hoja en blanco. Entonces logré el patrocinio de la Casa Presidencial para publicar el libro en la Imprenta Nacional. Yo iba con frecuencia a la imprenta para ver lo que hacían. Escogí la portada y muchas otras cosas. Finalmente el libro salió publicado en noviembre del 87, precisamente con un prólogo de María Gabriela Chavarría y de Carlos de la Ossa. Al año siguiente volví a ganar un certamen. Obtuve el primer lugar con poemas que aparecen en mi segundo libro. Suburbia es un libro que no es apreciado por el sesenta por ciento de los lectores, sobre todo si no son poetas. No lo saben apreciar porque dicen que no lo entienden. Pero con ese “no lo entiendo” estamos mal porque la poesía no es un entendimiento mental o cerebral únicamente, sino que hay que abrir el corazón y las emociones para lograr ese disfrute del hecho poético. No puede hacerse como resolver un crucigrama. Es completamente diferente. Pero hubo personas que sí supieron disfrutar el libro y les encantó. Hablo por ejemplo de Mario Picado, padre de Lil Picado. A ella la menciono porque la obra Fuego y Sombra de 1986 de Luis Carlos Vásquez, basada en textos de Lil Picado, se hizo en el Teatro Nacional con un despliegue escénico impresionante para conmemorar los cincuenta años de la muerte de García Lorca y sin duda presenciar ese espectáculo fue un estímulo para Suburbia. P/ ¿A parte de André Breton, qué otras lecturas te formaron como poeta? Sin querer sonar prepotente y guardando las distancias, voy a hacer una comparación. Arthur Rimbaud, poeta francés, escribió toda su obra entre los 17 y los 20 años. En esa época el absorbió cultura y publicó sus libros. A mí, como un ejemplo tercermundista, guardando las distancias, me pasó igual. Yo entre los 17 y los 20 años aproximadamente, me tomé la poesía muy en serio. Y para escribir buena poesía hay que leer mucha poesía. En eso creo yo. Yo señalaría a Guillaume Apollinaire, Mallarmé, Rimbaud, Verlaine, Conde de Lautréamont. Estoy empezando con la poesía francesa que es la que más me gustaba en esa época. Pero hay otras lecturas como Allen Ginsberg de Estados Unidos, sin duda; el mismo García Lorca, especialmente con Poeta en Nueva York que fue la obra que más me gustó de él. Las lecturas que yo hice en ese entonces para formarme como poeta, eran diferentes a lo que otras personas en el medio estaban leyendo. A mí por amor a primera vista me gustó la poesía francesa clásica. Poesía que no solo conformó el surrealismo, sino vanguardismos que venían desde el siglo XIX. También el dadaísmo que se dio en Europa después de la primera guerra mundial. Ahí hablaría de poetas como Tristán Tzara. Los manifi estos Dada me impulsaron igualmente. Considero que Suburbia es de una infl uencia predominantemente francesa. También debo mencionar a Vicente Huidobro, un referente importantísimo de América Latina. Es curioso porque mucha gente sabe de Pablo Neruda pero no sabe nada de Vicente Huidobro, sin embargo para mí Huidobro es mucho mejor que Neruda. Aquí nuevamente se repite el fenómeno de las infl uencias diferentes a lo que el medio estaba leyendo y publicando con base en esas lecturas. Hubo una transformación de la inspiración de esas lecturas en una poesía original. P/ ¿Te ha interesado escribir narrativa? R/ No. He tenido algunas ideas para hacer novelas cortas. Tengo una idea dándome vuelvas para una novela que voy a llamar El evangelio según la serpiente. Básicamente plantea que Adán y Eva cuando comen la fruta en el paraíso, lejos de sentirse avergonzados, de ocultar su desnudez ante un Dios que los castigaba, ellos más bien, todo lo contrario, sentían que habían adquirido una dignidad. La humanidad fue como dios. Se sintieron llenos de asombro ante la situación, fabricaron sombreros en el paraíso como señal de distinción, por haber logrado una conquista para la humanidad. 9 Sería un libro donde hay más humanismo que la creencia en un dios. Se resalta la parte humanista con una lectura diferente del paraíso bíblico. Esta es una de las ideas que he tenido, entre otras. Pero me sigue gustando más la poesía. P/ ¿Crees que hay algo especial en la mente de un poeta, diferente a escritores de narrativa? R/ Las barreras entre un género literario y otro son muy porosas y a veces cuesta distinguir esos puntos. Por ejemplo Las Iluminaciones de Rimbaud son escritas en prosa. Pero es poesía pura. Ernesto Cardenal escribe poesía y lo que escribe, a pesar de tener una forma poética, es sumamente prosaico. Sin que esto le quite validez a la obra de Cardenal. Podemos hablar también de José Coronel Urtecho, de Nicaragua. Sin duda la mentalidad poética es más espontánea, más emocional, menos racional que el aspecto narrativo. Hacer una novela es completamente otra cosa a hacer un poemario, para mí son muy diferentes. Pero como le digo, no establezco una barrera. Sino que considero que hay zonas grises entre los géneros literarios. Por ejemplo, durante la década de los 90 yo publiqué tal vez unos treinta artículos en la página de opinión del Semanario Universidad, donde estaba Carlos Morales en ese tiempo. Algunos lectores me decían que eran demasiado líricos. Porque yo escribía sobre política, sexualidad u otros temas y terminaba metiendo imágenes metafóricas, poéticas, en lo que era un ensayito para un semanario. Inclusive el ensayo puede tener elementos líricos. A mí me pasó de manera espontánea. P/ ¿Cuál fue tu experiencia con los talleres literarios? María Gabriela Chavarría fue un referente a mis 17 años. Yo me tomaba muy en serio lo que ella me aconsejaba. Ella me dijo que para un poeta no era bueno estudiar fi lología y tampoco eran buenos los talleres porque, según ella, el medio literario costarricense estaba lleno de situaciones problemáticas. No quiero entrar en mucho detalle sobre eso, son patologías que se pueden presentar a nivel humano como fruto de la literatura. Hay muchas personas que al convertirse en poetas o en narradores reconocidos en el medio, tratan de reproducir en su vida privada, la vida que llevaban sus ídolos. Entonces si Rimbaud era un desastre con su vida personal, la persona que tiene a Rimbaud como referente imita la vida de Rimbaud. Ahí hay un gran error. Yo considero que perfectamente se puede escribir poesía valiosa y llevar una vida equilibrada. Creo que ese es un error de mucha gente en el medio y que María Gabriela Chavarría me lo apuntó desde muy temprano. P/ ¿El poeta llega a asumir un personaje? R/ Sí. Pero más importante que el personaje es el destinatario. Inclusive la poesía y los ensayos en el Semanario Universidad no iban dirigidos a todo el público, iban dirigidos solo a un sector. Entonces Suburbia es muy leído por los propios poetas de Costa Rica, pero ese libro no es apto para que lo cultive mucha gente. Entonces yo pensaría en que de manera inconsciente uno establece quienes van a ser los lectores, o por lo menos a quién va dirigido el libro. En cuanto a lo del personaje yo lo interpreto de varias formas. Por ejemplo Mauricio Molina, un poeta destacado, creó un personaje rumano, ahorita no recuerdo el nombre *1 . Era un elemento fi cticio que fue un elemento dinámico para la publicación de sus libros de poesía. Una especie de avatar poético. Pero en cuanto a qué personaje es el poeta, yo creo que el poeta puede verse como un médium. Porque en el sentido ideal el poeta está escribiendo porque siente que hay una fuerza que lo atraviesa mental y físicamente, y escribe tal como si fuera una sesión espiritista. En mi caso eso se logra, sin necesidad de consumir alcohol ni drogas. Hay muchos poetas que para lograr esos estados de médium recurren a las drogas; y ahí viene el problema de que empiezan a reproducir la vida de sus referentes de la década de los sesenta. Los de Estados Unidos, para citar un ejemplo. Y se están haciendo daño a sí mismos y eventualmente a su propia obra.
P/ Volvamos al tema de los talleres…
R/ En Suburbia no hubo ningún taller. Mi experiencia con talleres es 10 del año 1994. En el año 1993 Alejandra Castro que estaba buscando hacer un taller, me buscó, me dijo que la ayudara con el proyecto. El proyecto tuvo su primer recital en enero de 1994. Este grupo, Octubre Alfi l Cuatro, se integró por mucha gente que ha seguido publicando. Fue un taller con una producción bastante buena. Pero también era una época joven para todos, que la vivimos intensamente todos alrededor de la literatura. En este taller estuvo Meritxell Serrano, que ha publicado dos libros de poesía, Mauricio Molina; de manera un poco tangencial Alexander Obando, Juan Murillo, la misma Alejandra Castro, Melvyn Aguilar, Natalia Esquivel, Sandra Zúñiga, Claudio Sánchez, David Maradiaga, Esteban Ureña y Diego Montero. Estaba Eugenia Bochin, la pareja de Juan Carlos Murillo, a quien le interesaba la parte de las editoriales. Éramos un grupo de por lo menos 10 ó 12 personas. Se me escapan nombres que no recuerdo. Yo participé de manera intensa entre enero y octubre del 94. Luego me distancié. A este taller llegaba Virginia Grutter. Los recitales los dábamos en los centros culturales de las embajadas. Lo cual puede sonar elitista o cosmopolita, pero fue una facilidad que tuvimos y la aprovechamos. Sin desmerecer otros espacios como un bar que quedaba al fi nal de la calle de la amargura. Se nos abrió la puerta del Centro Cultural Español, con Clara Ballesteros. También dimos un recital en el Instituto Goethe. Estuvimos en el Dante Alighieri de la Embajada de Italia y el Centro Cultural Mexicano. Los agregados culturales de las embajadas nos dieron apoyo para sacar pequeñas antologías y la logística de los recitales. P/ ¿Cuál consideras que es el aporte de un taller literario al escritor? R/ Puede ser positivo, neutro o negativo. Todo depende de la situación. El taller es un espacio de diálogo humano, lírico, de retroalimentación, en ese sentido impulsa mucho la cohesión del grupo y la producción de cada persona. También puede ser que alguien tenga un poema excelente y las personas que lo leen no lo aprecian en lo absoluto. Y esto no desmerece al poema que puede ser muy bueno. Estos fenómenos se dan. También hay aspectos psicológicos. Hay personas que se llevan mejor entre ellos. Hay subgrupos. Toda esta dinámica existe. Lo que si sería destructivo es que el grupo literario se dedicase a tomar cerveza como parte del proceso, por decirlo suavemente. Por no decir otro montón de cosas que son mucho más destructivas. Entonces yo creo que el taller puede aportar o puede quitar, dependiendo del ángulo que lo veamos. P/ ¿Para Patrick Cotter cómo se construye un poema, qué elementos son imprescindibles? 11 R/ Hablemos del tiempo de Suburbia: un bombardeo metafórico intenso, sin tregua, pasando de metáforas con inspiración en el surrealismo que dice que la belleza yace en lo maravilloso. Es una construcción de metáforas insólitas, una cascada de metáforas que se integran en otras, que se transforman, que van haciendo un juego, pero que a la vez van construyendo un relato o una estructura de los versos que aparece casi de manera espontánea. La construcción, en el caso mío, es que muchas veces me sentaba a escribir un poema sin tener de manera delimitada el objeto sobre el cual versaba el poema. Por ejemplo, Pablo Neruda siempre escogía un tema y trabajaba sobre ese punto. Pero yo al escribir poesía muchas veces me lanzo a escribir sin haberme puesto una camisa de fuerza. Ahí sale un poema que es como una súper nova metafórica, al menos en los momentos mejor logrados, el poema no tiene límites preestablecidos. Como es el caso de Altazor, que es el poema más conocido de Vicente Huidobro, donde pasa este mismo fenómeno que cuento ahorita. Posterior a aquel tiempo de Suburbia, yo hice un viaje de un mes a España. Fui con la poetisa Lil Picado en el año 88, con 19 años, y me dediqué a escribir poesía en lugar de tomar fotos o comprar guías de viajes. Escribía y escribía en los trenes. Cuando llegué a Costa Rica, le mostré ese material a Isaac Felipe Azofeifa. Me dio un libro de Coronel Urtecho y me dijo que yo escribía igual que él. Entonces, ya mi poesía se había transformado. Se parecía un poco más al Cántico Cósmico, de Cardenal, que a la infl uencia francesa que estuvo en Suburbia. Esta poesía escrita en España, conforma el último capítulo de Rosa Arcana, que es el otro libro que tengo publicado. Pero ahí cambió completamente la manera de escribir. Luego en el año 95 ó 96, empiezo a escribir porque a mi pareja de algunos años, le dio un cáncer muy agresivo. Entonces yo utilizaba la poesía como un elemento terapéutico, pero eran poemas para mí mismo. Pero esos poemas se fueron en la llave maya que le di a Felipe Granados y a Carlos Aguilar. A ellos les encantaron esos poemas que yo nunca revisé, que eran poemas para mí mismo y los pusieron al principio de Rosa Arcana. Yo los quería matar, pero lo hecho, hecho está. Como dice Alexander Obando, si un libro es el hijo de uno, no se le tienen que estar disculpando los defectos todo el tiempo. Hubo una evolución muy grande. Yo no podría escribir otra vez como lo hice entre los 17 y los 20 años. Porque en esa adolescencia me tomé muy en serio y de manera maniática lo que estaba haciendo. Pero luego se perdió ese impulso. Era una obsesión, positivamente hablando. Era una inspiración grande, continua, no solo de escribir, sino de leer simultáneamente. Eso marcó que el libro (Suburbia) es diferente a otras producciones, porque las lecturas son otras. P/ ¿Qué signifi ca tomarse la poesía muy en serio? R/ Entre los 17 y los 20 años con la pasión que tenemos los jóvenes a esas edades, yo leía poesía de una manera voraz. Compraba de todo, leía de todo. El detonador fueron los manifi estos surrealistas de Breton. Tomarse la poesía en serio es vivir la poesía día a día, leer todos los días, escribir todos los días, trabajar sobre los textos, pulirlos, revisarlos cincuenta veces, cambiarles palabras, hacer recortes. Eso yo lo hice con Suburbia. Por ejemplo al poema que le da nombre al libro, le hice motones de cambios. O sea, este libro es bastante artesanal, en el sentido de que es trabajado. En el caso de Rosa Arcana hay partes que también son sumamente depuradas o trabajadas. Como es el caso de la poesía escrita en España, que se llama “Alhambra Iluminada”. Ese poema salió en el “Áncora” en el año 1990. Además “Claveles de Acetileno” que ganó un certamen, obviamente también es muy trabajado y para mí es de lo mejor de ese libro. Pero hay poemas en Rosa Arcana que no están sufi cientemente trabajados. Pero a una persona cuando de joven se le despierta la sensibilidad cultural, eso lo va a acompañar toda la vida. Yo diría que tomarse la poesía en serio implica hacerse un horario todos los días para escribir. Así de manera planifi cada escribe. Lo mismo con la publicación. Carlos de la Ossa decía que había que publicar y pu- 12 blicar. Pongo el caso de Esteban Ureña. De él no sabíamos nada. Estudió fi lología y de pronto hace unos cinco o seis años, en un grupo que nos reuníamos en su casa, Alexander lo convenció para que leyera algunos de sus poemas. Él estaba todo apenado con eso; y la sorpresa fue que ganó el premio Aquileo J. Echeverría el año pasado, porque se atrevió a publicar. Aunque prácticamente tuvieron que forzarlo para que lo soltara y resultó ser tan bueno que ganó el premio nacional. Hay gente que escribe y no se lo muestra a nadie.
P/ ¿Tienes hoy en día una visión diferente de la poesía? R/ Cuando yo escribí Suburbia yo percibía que la humanidad veía en los poetas, en los artistas, en los narradores y en los fi lósofos también, algo elevado que daba distinción y que señalaba derroteros utópicos, en el buen sentido de la palabra, para el futuro de la humanidad. Hoy en día, quizá suene fatalista, pero yo veo la cosa muy diferente. Me parece que en el mundo hoy, la fi losofía y la poesía ya no son ese norte. Más bien son pisoteadas por el hombre alfa, por la mujer alfa que el neoliberalismo globalizado ha producido. Ya no se valora la sensibilidad de las personas, sino que se valora que tan fuertes y rudos pueden ser. Entonces, tristemente, la poesía y la fi losofía no tienen el valor que tenían hace treinta años. Esto puede ser el inicio de la vuelta al fascismo en el mundo, como lo vemos con Donald Trump, con Jean-Marie Le Pen y muchos ejemplos más. Sería una catástrofe planetaria lo que puede pasar. Pero lo que me interesa señalar es la tendencia de cómo esa manera tan especial que existía para (ver) la poesía y la fi losofía, hoy en día se ha modifi cado radicalmente. Los cursos de fi losofía los recortan de los programas de ciencias sociales y de las humanidades. La poesía se lee menos ahora que antes. La poesía se ha convertido en pequeñas logias de jóvenes con alta cultura que se leen entre ellos. Ya no es ese evento de masas, que ha sido sustituido por los cantantes de pop y de rock, que ahora son los poetas de hace cien años. La tecnología ha modifi cado eso. Inclusive la poesía y la fi losofía se fundamentan en la palabra escrita. Pero cada día que pasa se le da más valor a la imagen y menos a la palabra.
La revolución de internet, la revolución tecnológica, informática, hace que la palabra, en mayúscula, esté en retirada y se valora la imagen. Esto afecta sin duda la fi losofía y la poesía, de manera negativa. P/ En Suburbia hay un rompimiento con el lenguaje habitual de los trascendentalistas. ¿Eras consciente de eso cuando lo escribiste? R/ No, en lo absoluto. Lo del movimiento trascendentalista lo conocí hasta el taller de Octubre Alfi l Cuatro. En tiempo de Suburbia, conscientemente yo no pretendía ninguna ruptura. Pero el libro fue de los primeros de mi generación en salir, lo cual no es sorpresa, los 18 años es una edad bastante precoz para sacar un libro. Luego apareció María Montero, quien publicó un libro. Yo recuerdo que Ana Istarú, por el año 95 o 96, me decía que de mi generación prácticamente no conocía poesía. En ese tiempo solo María Montero y yo habíamos publicado. Pero después eso cambió radicalmente, y comenzaron a publicar los que he mencionado: Mauricio Molina, Meritxell Serrano, Melvyn Aguilar, Alexander Obando quien tuvo un boom tardío, Luis Chaves. A mí me tocó el privilegio de ser el primero en sacar un poemario en esta nueva generación. Pero ese poemario no pretendía de manera consciente ninguna ruptura. Sin embargo, como mis lecturas eran muy diferentes, mis in- fl uencias eran muy distintas. Pero eso fue algo espontáneo. Luego me di cuenta que había mucha diferencia, porque todavía estábamos en el fi nal de una época en que se creía que había que escribir con el realismo socialista, como Jorge Debravo, en el sentido de que la poesía tenía que estar al servicio de la revolución, a inicios de los 80. Había gente que decía “si usted no escribe para fomentar la utopía socialista su poesía no vale”. Luego afortunadamente ese fenómeno desapareció y se quedó como una generación literaria que escribía de esa forma. Luego la gran pregunta era, bajo qué parámetros iba a escribir poesía la nueva generación; y por lo que hemos visto es una poesía que refl eja mucha cultura. Pienso en Mauricio Molina, en Luis Chaves, el mismo Juan Carlos Murillo a nivel de cuento, Alexander Obando sin duda también tiene una cultura muy sólida; y ésta rompe 13 con la generación anterior sin ninguna duda. P/ ¿Crees que es inevitable que se den estos cambios con el paso del tiempo? R/ Yo diría que es inevitable. Cada generación, sin proponérselo, responde a un contexto histórico y cultural diferente, que permea al escritor sin darse cuenta. Había que romper con el trascendentalismo, había algo en él que yo llamaría reduccionista, a nivel de lo que se podía escribir. Hoy en día esa polémica ha quedado un poco atrás. El trascendentalismo se ha debilitado. No he vuelto a saber de libros de Laureano Albán, no sé si es que no me entero. Alejandra Castro, que ha destacado tanto y fue miembro del grupo Octubre Alfi l Cuatro, estuvo en el taller de Laureano Albán en la adolescencia. Sí hay infl uencia del trascendentalismo, pero ahora se está dando un boom poético entre personas relativamente jóvenes que se leen entre ellos, que se hacen ediciones artesanales muy bonitas de doscientos o quinientos ejemplares. Esto hay que ligarlo con las editoriales independientes que están teniendo un auge, que empezó con Carlos Aguilar y Perro Azul, pero se ha reproducido con una serie de editoriales nuevas. Los tiempos cambian. También en internet un poeta va a tener su blog para que le critiquen ahí, hace publicaciones ahí. Entonces el manejo de la parte tecnológica para la generación actual es importante y se le da una gran importancia a la poesía en línea. Esto sin duda no se veía en tiempos de Suburbia. P/ Pero ¿Se publica más de lo que se debería o tiene mérito de publicarse? R/ No lo creo así. Esto porque la poesía muchas veces es tratada como la cenicienta. Tiene que ver con lo que le hablé de los cambios mundiales, del cómo ahora se valora más el hombre alfa y como hace treinta años se valoraba más el hombre sensible, la persona culta. Ahora es el hombre deportista. Lo cual tiene un eco pre fascista a nivel mundial. Esto afecta directamente la poesía. La poesía ha sido tomada muy en serio por muchos fi lólogos y muchos fi lósofos. Como ha sido el caso de Martin Heidegger que analizó a Hölderlin, dándole una importancia primordial a lo que se escribe en poesía. Pero también la fi losofía está en crisis. P / ¿Por qué solo dos libros en treinta años? ¿Has seguido escribiendo? R/ Quizá a los 21 años sufrí un desencanto con el hecho de escribir. Yo soy abogado, también estudié fi losofía. Me fascina leer cartas tarot; tengo una colección de setenta tarots diferentes; me he metido en eso mucho. Estuve publicando artículos en Semanario Universidad. Entonces lo que me pasó es que mi vida giró en torno a muchos intereses. Sin descuidar la lectura de la poesía. Me gusta leer los premios Nobel de literatura cuando salen cada año. Mantengo esa faceta de estar en contacto con la cultura mundial, más que la nacional. Pero desde los 21 yo no me tomé tan en serio ser poeta. Lo que pasa es que Suburbia causó un impacto en algunas personas que yo jamás hubiera anticipado. Esto me hizo replantearme la necesidad de haber seguido escribiendo. También me he dedicado a la práctica de la meditación mediante los métodos del budismo Zen y estoy muy metido en eso. En mi vida han surgido una serie de intereses y la poesía es un planeta que gira con otros planetas. Pero directamente, yo me tomé muy en serio como poeta entre los 17 y los 20 años. Pero después de eso no me lo tomé tan en serio. Cosa que no signifi ca que dejara de escribir. En el caso de Rosa Arcana que es el segundo poemario, varios factores se conjuraron para la edición. Pero si bien toda la poesía que está ahí es mía, yo no armé ese libro. Ese libro me lo armaron en Perro Azul, para bien o para mal. Yo considero que en Rosa Arcana hay poemas muy buenos. Por ejemplo Alexander Obando y Ana Istarú dicen que el poema “Merry Go Round”, que es un largo relato sobre un ambiente gitano de circo, es el mejor poema del libro. En ese mismo libro viene “Claveles de Acetileno” que ganó un premio literario. También tiene otras partes que no debieron haber publicado, por lo que ya expliqué anteriormente. Pero yo diría que hay personas como yo que podemos publicar cada cierta cantidad de años como algo que nos nace. Pero hay otras personas que están tan metidas en el medio, que el medio es su único referente y su razón de vida es publicar libros, ganarse amigos en el medio; se hacen de enemigos, buscan puertas en las editoriales, hay celos, hay grupos que consu- 14 men drogas. Es decir, es completamente diferente la situación de las personas que están insertas de manera estructural en el medio, que otra persona que ha marcado una distancia y que puede ver eso desde afuera sin negarse la posibilidad de publicar y seguir publicando en el futuro. Por ejemplo Meritxell Serrano ha publicado dos libros y tiene la misma edad que yo y no le estresa en lo absoluto que sean muy pocos. Pero si la persona está de manera orgánica en el medio cultural va a estar en competencia con todos los demás o descalifi cando a los demás colegas; y yo no estoy en competencia con nadie. P/ ¿Qué interés te genera la poesía que se escribe actualmente en Costa Rica? R/ Me parece que es mucho más interesante, de mayor calidad y con mayores lecturas que la poesía nacional que yo leí en tiempos de Suburbia. Ahora se escribe mejor, se es más versátil, más fl exible, el lenguaje es más depurado, más técnico. Obviamente hay libros malísimos como en todas las épocas. Pero también hay libros que sin duda han destacado. También muchas personas que escribían poesía, debido a estos fenómenos mundiales de sensibilidad que he mencionado antes, hacen un brinco de la poesía a la novela o al teatro. Por ejemplo Alexander Obando escribió poesía mucho tiempo pero luego se dedicó a publicar novelas como El Más Violento Paraíso, o Canciones a la Muerte de los Niños, etc. Hizo la transición hacia otro género literario. Otro caso, Ana Istarú, ella que yo sepa no ha publicado mucha poesía nueva, pero se ha dedicado a escribir buen teatro. Hay un fenómeno de personas que sienten que no se pueden sostener existencialmente como poetas y que necesitan hacer un brinco a otro género literario que les queda más accesible, donde se sienten más cómodos y pueden sacar cosas de mucha calidad. Porque si es una novela escrita por una persona que fue poeta, la novela será muy especial porque tendrá un contenido lírico, donde la poesía aporta a la parte narrativa de la novela. P/ Carlos de la Ossa en el prólogo de tu libro Suburbia habla de generaciones de 30 años y que quizá la última ha iniciado en el 90. Siendo así ¿nos aproximamos a un nuevo cambio en la poesía nacional? ¿Cómo vislumbras ese cambio? R/ Esto que usted señala me recordó inmediatamente el postmodernismo que es un tema que nos explica muchas cosas. Es una palabra con múltiples defi niciones. Por ejemplo Lyotard dice que es la incredulidad ante los metarrelatos; o la lógica cultural del capitalismo avanzado según Jameson. Hay otros que dicen que es la desilusión que sufrieron los intelectuales franceses después de Mayo del 68 en París. El posmodernismo tiene mucho de coloquial, de conversacional. Por lo que yo utilizaría esa palabra para describir lo que se publica actualmente en poesía. Yo no creo en la cronología de Carlos de la Ossa. Estoy seguro que otras personas con igual capacidad para hacer ese tipo de cronologías las harán diferentes. Pero si partimos de eso, efectivamente, a fi nales de los 80 había una gran duda sobre qué escribiría la generación nueva de 20 años y que prácticamente no conocieron la guerra fría o no conocieron lo que era escribir en función de la revolución latinoamericana. Entonces la poesía, como señaló María Gabriela Chavarría en el otro prólogo del libro, vino a ser de mayor calidad a partir de los 90, porque rompía con muchos esquemas simplistas que respondían a otra época. La época de los 90 para acá es la época del internet. Yo llamaría postmodernismo a lo que se escribe actualmente. Con esto no le quito valor. Pero esa palabra se me viene a la cabeza como criterio analítico, que reúne las cara cterísticas que usted señala. P/ Finalmente, ¿Qué libro estás leyendo actualmente o has leído en estos días que te ha llamado la atención? R/ Estoy leyendo, en inglés, el Fausto de Goethe. Estos libros traen unos prólogos como de cien páginas y me resulta fascinante la propuesta de Goethe. A mí siempre me ha gustado leer los clásicos. No estoy al tanto de las novedades en las editoriales o las librerías. Yo me voy a lo clásico. A propósito vea que curioso. Cuando salió Suburbia y lo leyeron personas que sabían de poesía o habían leído bastante poesía me dijeron, por ejemplo Lil Picado, que era un libro que parecía escrito hace cincuenta años o más. Yo dije sí, quizá tenga razón. Ese li- 15 bro parece escrito en los años veinte en Europa. Pero para ver eso se requiere conocimiento e inteligencia. Porque otros pueden decir que era la nueva vanguardia, la nueva forma de abordar lo nuevo. Para otra persona muy culta puede verse como una antigüedad. Depende de cómo se vea. También Carlos de la Ossa dice en el prólogo que el libro es difícil y requiere de minuciosa lectura. Pero esto es falso. Si uno se pone a leer Suburbia de manera minuciosa y de forma analítica no va a llegar muy largo. Pero Mario Picado decía también que era absurdo lo dicho por Carlos de la Ossa, que él se lo podía leer de corrido y lo disfrutaba mucho, pero no tenía que ponerse a pensar mucho a la hora de leerlo. Lo que plantea Carlos de la Ossa es un problema porque si usted lee el libro y en el prólogo le dicen que el libro requiere de una minuciosa lectura porque es difícil, no le están dando las coordenadas para disfrutarlo. Luego de más de una hora de plática, el poeta ha sido generoso con sus respuestas. La conversación se va diluyendo en comentarios más informales sobre el ambiente literario nacional y salta a la mesa una referencia a Juan Rulfo, el autor mexicano recordado por dos obras que lo marcaron como un grande de las letras. Es inevitable pensar que la obra publicada por Cotter es pequeña en cantidad, pero con un valor que la generación actual de poetas costarricenses, no puede desconocer. Por Saúl González (samago7@hotmail.com) Colaboración: Ileana Calero y Alex Arias