Un acercamiento por Walter Barrantes al nuevo libro "CUANDO SEAMOS AUSENCIA " del poeta costarricense Víctor Hugo Fernández
He leído y releído el libro titulado Cuando seamos ausencia, de Víctor Hugo Fernández, para contagiarme con sus imágenes frescas y sugerentes , para buscar en cada verso la esencia y cosmovisión de su voz, y con ello poder acercarme un poco desde mi interioridad a los aspectos de la vida que asombran y conmueven a su autor.
Conocedor de los méritos literarios de su autor, he encontrado un libro muy bien escrito lleno de inquietudes filosóficas y cotidianas, poblado de erudición, pero con una sabiduría transparente, inteligible para el lector común y que, sin duda, hará que aquellos más avezados en la lectura perciban los mensajes más profundos y sublimes que se agazapan detrás de tus figuras literarias.
Luego de una relectura del libro presento como testimonio un breve comentario de 18 de los poemas que contiene, intentando encontrar a través de ellos puntos de referencia para llegar a mis conclusiones, que sé que no necesariamente serán las de otros lectores que tengan la dicha de abordar “Cuando seamos ausencia”, porque este es un libro prolífico en significados.
Sobre el título:
Existen títulos certeros y este es uno de ellos: construido con tres palabras: un adverbio de tiempo, un verbo en modo subjuntivo y un sustantivo abstracto. Un adverbio que nos ubica en un tiempo impreciso, un verbo que evoca probabilidad y/o deseo, y un sustantivo que remite a lo intangible, a lo eterno, a lo inmaterial. Estos tres elementos del título están presentes a lo largo del poema, por eso se debe insistir, que Víctor H. quizá meditó el título, o tal vez fue solo ese golpe intuitivo, que poseen los poetas virtuosos, lo que lo empujó a intitularlo así, pero sea como sea, el acierto es innegable.
18 poemas sobre la mesa
ALQUIMIA:
El poeta convierte el entorno en un espacio lírico por medio de la palabra y todos aquellos elementos cotidianos del “gym” se convierten en poesía: la fría fortaleza del hierro, el grito de los músculos ante un dolor que no se sabe si es humano o trasciende lo terreno.
Ahí están los espejos que desvisten cada vicisitud, cada esfuerzo, cada instante doloroso convertido en eternidad. “Alquimia” parece ser un poema dedicado al atleta que se inclina y levanta la pesa en el gimnasio, pero no todo lo que semeja es; realmente el yo lírico reviste esa realidad cotidiana con algo mucho más inasible, algo que devela su interior con todos sus enigmas.
ARCHIPIELAGOS:
Y sigue el tránsito del yo lírico, donde el yo pierde su esencia humana y se convierte en archipiélago, pero no uno cualquiera, sino uno olvidado donde solo lo rescata la belleza dolorosa convertida en poesía. E inicia aquí el tránsito del NAVEGANTE perdido en esa oceánica inmensidad, ese Ulises con la odisea a cuestas en un mar que se parece mucho a la vida.
CASI NADA:
En “Casi nada” el yo lírico, con ese dejo autobiográfico, se retrata ante ese humano temor de ser intrascendente, pero desnudas sus sutilezas el amor por la luna, su afición por los altares de piedra y por el viento entre las flores. Existe y persiste esa duda de ser olvidado o quizá su recuerdo solo quedará en aquellas cosas poco memorables: la banca del parque, la ventana del café desde donde contemplaba tierra firme.
CUANDO SEAMOS AUSENCIA:
Este poema que da título al libro se construye con el adverbio de tiempo ”cuando” que indica un tiempo indeterminado, pero el poeta, en el primer verso del poema le antepone otro adverbio “mañana”, un mañana que conoce de memoria, porque todos los sujetos del dolor son descritos con certera exactitud: “la nostalgia que inaugura el día, las aves que visitan los mismos árboles, la espera sin sentido, la ausencia de milagros, la canción cómplice… todo pierde valor, porque “el recuerdo es poca cosa”. “Cuando seamos ausencia” es un himno a la nostalgia, un mirar al futuro, desde otro futuro incierto construido con las cenizas de un recuerdo convertido en naufragio.
DE LAS EXTINTAS MEMORIAS:
La muerte es un tópico recurrente en este poemario, pero es una muerte distinta: una que no ocurre, porque el actante sigue vivo, pero es que hay vidas más duras que la parca, esas que se construyen en el dolor, en la ebriedad sin límites, en el caos, pero siempre hay esperanza.
DE RERUM NATURA:
Y es que la poesía de V. H. camina siempre entre lo celeste y lo pedestre, habitan en ellas, dioses, ángeles, arcángeles y demonios. Dioses que pierden su vocación de omnisciencia y se apresuran a aprender lo cotidiano, vuelto metáfora en la amada: la sal amarga de la piel, la dulce suavidad del tacto, “admitir que los atardeceres son heridas que solo se sellan con un beso”. Pero perdura en cada Dios la herida abierta que se convierte en duda sobre un “ángel indiferente”.
Tal vez en esta “DE RERUM NATURA” se niegue, al estilo de Tito Lucrecio, la existencia misma de esas divinidades que se nombran.
DESNUDO:
Desnudo es un poema colmado de imágenes bellas, frescas y sugerentes, él desnuda la madrugada, corta las amarras y zarpa hacia la herida, guarda besos entre el pan y el recuerdo, pero se niega a aceptar la “voz de la amada en otro cuerpo”, porque las huellas que quedaron están allí con su luz indeleble, están allí y son el camino por seguir apoyado en el derrotero de la palabra.
EFÍMEROS:
Y vuelve el poema sobre la irrevocable espera, como la Penélope de Homero:
“Sentado en el telar así me he visto,
tejiendo la red de nuestros sueños,”
Pero la espera del “yo lírico”, aunque construida con imágenes grandiosas (enlaces con la luna, o aves sujetas con la transparencia del vacío) se vuelve eterna y dolorosa.
EL AMOR QUE FUIMOS:
Por eso se acepta la muerte como alero, como dulce refugio:
“Morir no es doloroso,
no podría serlo.
Se trata de una brisa
que dejará de acariciarnos.”
Porque la muerte es una forma de redención donde todo el amor pretérito embadurnado de canciones, de nuevos atardeceres, abrazos, noches impenetrables, quedará atrás, disuelto en el amor que fueron.
EN EL LABIO DE LA TARDE:
Pero también el recuerdo redime y el yo lírico vuelve sus pasos y allá entre Hone Creek y Comadre, entre bananales y cacaotales,” allá litoral abajo, alguna vez dos cuerpos ungidos de verano se fundieron en un mismo sol”. Entonces queda flotando en el poema la posibilidad del retorno como lo hace el agua tras el retumbo, como lo hace el recuerdo, aun en la “carne gastada por el tiempo”.
EN LA NOCHE DE LA MEMORIA:
Y es que la memoria, en este poemario, es un Sísifo inclaudicable que se pasea por el tiempo, que viaja sin pasaporte por el ayer y el hoy:
“Hace frío en la noche de la memoria”
el motor del ventilador vigila
los gestos que sufren de insomnio”.
Y resurge la amada como parte ineludible en el aluvión de los recuerdos. Casi todo lo construido aparece y desaparece en esta AUSENCIA, sin embargo, el dolor sigue ahí en las palabras del tú lírico que son como “dagas cortando el silencio”.
ESPERANZA:
Y aun cuando la ausencia lo inunda todo, a través del recuerdo, aparece la ESPERANZA y el poeta asegura:
“Muy a pesar nuestro siempre regresamos”
Y desafía la muerte, esa que solo es un espejismo, en lo recóndito de la memoria y desafía a Caronte:
“No existe la otra orilla,
Solo el giro del timón
y el regreso”.
Y para hacerlo retorna a símbolos tangibles e inequívocos: el color verde de la casa y el nombre de la “amada”: Esperanza.
ETERNIDADES:
¿Y qué es la eternidad? Parece preguntarse el poeta, para concluir luego ser solo ese hombre que carga la roca hasta la cúspide o ese “mesías sin causa que ab
raza la cruz y completa el ciclo”, en un mundo sin tiempo donde los relojes engañan y el agua es tibia transparencia y lo único real son el polvo y el vacío. Parece que el poeta muestra en el poema ETERNIDADES una concepción filosófica, sobre vida, tiempo y verdad.
INSISTENCIA:
“La imagen no reproduce la mirada,
la transforma”.
Y vuelve el poeta a retomar otra idea de Lucrecio: los sentidos pueden ser engañados, la razón no. Para eso toma un elemento muy actual: la imagen de las muchas de Instagram adulterada por la magia del filtro. Quizá es una forma exquisita de engaño que de tanto repetirla se vuelve creíble.
INSUFICIENTE:
Como en todo el poemario “CUANDO SEAMOS AUSENCIA”, existe una coexistencia de ayer y el mañana, una lucha por edificar, por salvarse del vacío, pero ese construir no es suficiente, a pesar de los puentes, para alcanzar la otra orilla.
IRONÍAS:
“Todo poema inicia donde acaba la nada”.
Dice el poeta. Quizá en clara alusión al principio metafísico de Parménides “Ex nihilo nihil fit”( nada surge de la nada), Víctor Hugo ve el poema como un ente eterno, como un universo aparte que existía antes de todas las cosas, de ser así , el vate, al estilo de Huidobro, es un “pequeño Dios” Hacedor de un universo único, construido con la palabra.
LA MUSA MUERTA:
Pero no existe el poema sin la musa, y en el caso de “Cuando seamos ausencia”, aparece una “MUSA MUERTA que empuja al demiurgo hacia la construcción del texto. Por eso antes del poema el yo lírico celebra un ritual de amor – recuerdo: limpiar la mesa , cambiar las flores, siente la cintura de la amada extraviada entre los dedos… Y aparecen los cuervos, símbolo del dolor y el ayer.
“Antes del poema los recuerdos,
a la espera de una bala de plata,”
LA OTRA ORILLA:
Caronte, de acuerdo con el poeta, no recibirá su óbolo, porque la muerte no es un tránsito sino, a modo de pensar de los atomistas, es una transformación, un cambio de esencia, (palomas liberadas, gotas de lluvia) por eso el yo lírico invita a “las mujeres que nunca lo amaron” a celebrar a tocar una canción, a mostrar sus ardientes cavernas, a dejar la fogata encendida y, finalmente, a cerrar la puerta. Ya que partir no tiene retorno, pero tampoco destino.
Conclusiones:
a- CUANDO SEAMOS AUSENCIA es un poemario bien construido con una temática amatoria sólida, donde el poeta conjuga algunos subtemas que son recurrentes a través de los diferentes poemas: el amor, el olvido, la indiferencia, la muerte, el dolor, el viaje, el engaño, la verdad… todos respaldados por bellas y sugerentes imágenes.
b- CUANDO SEAMOS AUSENCIA es un poemario claro, fácil de entender, pero detrás de esa aparente sencillez se puede notar la erudición y una visión cosmopolita del poeta. Este poemario no es solo un canto al olvido, al dolor a la indiferencia; sino que devela una serie de inquietudes filosóficas sobre la muerte, la creación poética, la transformación de la materia, los sentidos y la razón.
c- Existen algunos intertextos que se emplean de manera recurrente y que dan coherencia y cohesión al “relato”: La espera (Alusiones al viaje y a la espera) “Sentado al telar así me he visto”. Sísifo (acciones de carácter cíclico), Caronte y la otra orilla (sin embargo, la muerte para el poeta no es un tránsito sino una transformación).
San Ramón de Alajuela, Costa Rica
6 POEMAS
DE CUANDO SEAMOS AUSENCIA
EN EL LABIO DE LA TARDE
Entre Hone Creek y Comadre
seres de agua celebran un brindis
que sabe a música
oculta en el labio de la tarde.
Alguna vez litoral abajo
dos cuerpos olorosos a verano
se envolvieron el uno con el otro,
ajenos al retumbo del mar en la distancia.
Ahora todo eso se anida entre la arena,
y se disuelve con la espuma.
Un silencio cómplice oscurece la memoria.
En Penshurt entre bananales y cacaoteros
el mar extiende su techo
y construye un infinito sobre el cielo.
Desde sus ojos de noche ancestral
un negro mira pasar nuestras almas,
“wattas coming”,
susurra desde la terraza de su casa lacustre,
sabe que el tiempo fue hecho prisionero
que la lluvia inunda Tuba Creek.
El ave sabe que el agua siempre regresa,
por eso el horizonte se refugia en sus alas.
Todo parece hermoso,
la selva declara su inocencia,
pero eso no la exime de su aliento despiadado.
Entre Hone Creek y Comadre
persiste una memoria,
todo es recomenzar con la carne más vieja,
desde esta otra piel,
que tampoco volverá.
A lo lejos nuevamente un retumbo lo confirma.
LA OTRA ORILLA
Cuando muera no habrá funeral
solo palomas liberadas,
pequeñas gotas de lluvia
colgando de las hojas.
Como un domingo de verano
la más infinita transparencia
me abrirá el pecho.
Cerraremos los ojos,
para seguir mirando
a las oscuras erinias
danzar sobre los recuerdos.
Cuando muera,
toquen aquella canción
que ya no escucharemos,
muestren sus cavernas
el cuerpo siempre ardiente
mujeres que nunca me amaron.
Dejen la fogata encendida,
que el amanecer se convierta en ceniza,
el día se nos vuelva ajeno,
la pena innecesaria.
No hará falta dejar la puerta abierta,
partir no tiene retorno
y tampoco destino.
Sucumbiremos a los naufragios
para resurgir entre la espuma,
jubilosos de nunca alcanzar
la otra orilla.
ALQUIMIA
A veces la única esperanza es el hierro,
su fría fortaleza,
la paciencia indiferente con que espera
el brutal esfuerzo del atleta.
Extraviado en el horizonte de su propia energía
eleva el hierro con un último suspiro,
mientras la fuerza celebra
su efímera victoria.
A veces imponerse no es suficiente,
porque no basta transgredir
cuando exhaustos
el espejismo nos regresa al piso,
convertidos en ese vapor imperceptible
con que el cuerpo rehúsa la derrota.
A veces nos confundimos con ángeles
y viajamos hacia el tiempo
atrapado en los relojes
para robarle segundos a la nada
y sostener el hierro,
con lo poco que nos queda de entusiasmo.
Tantas veces regresamos al tinglado,
a enfrentarnos con lo incierto,
el temblor en las manos,
la utopía que palpita en el torso,
elevando el hierro hasta el vacío,
en medio de la sonrisa de los ángeles.
Porque todo regresa al piso, inexorablemente,
y se asoma el dolor a los músculos,
porque la eternidad es solo un Instante,
aunque nunca es suficiente.
DE LAS EXTINTAS MEMORIAS
Morir no ocurre, se confirma.
Solíamos crecer
desobedecer
hasta conquistar lo que nos fue negado.
Dispersos en una canción,
extrañamos el humo del tabaco en las viejas cantinas,
los orinales son ahora pilas bautismales.
Alcanzamos la esquina más lejana de todo el recorrido,
La vieja araucaria comenzó a secarse
una bocanada de violencia inesperada
rodaba calle abajo,
donde comenzaba el caos.
Porque morir no ocurre, solo se confirma.
Vivir por otra parte consiste en aceptar
que todo puede resolverse un domingo por la tarde,
cuando dos amigos acuerdan
que el olvido comienza donde las cenizas
sellan con polvo,
las extintas memorias.
EL AMOR QUE FUIMOS
Morir no es doloroso,
no podría serlo.
Se trata de una brisa
que dejará de acariciarnos.
Besos sin horizonte
hundiéndose en el abismo
de unos labios silenciosos,
un llanto egoísta, aunque inevitable.
Aquella canción que escuchábamos
hasta reírnos de armonías,
ahora extraviadas entre árboles,
porque morir no es doloroso, aunque parezca.
Nuevos atardeceres conminan noches
que ya no penetraremos abrazados.
Dejar de bailar juntos,
es aceptar que nuestra sombra
siempre fue ajena,
alquilada compañera
que ya no subirá al escenario,
mientras nos disolvemos
en ese amor que fuimos,
y que ahora solo abraza el polvo.
EPIFANÍAS
De amor y pequeñas hortalizas de cariño
están construidos los puentes
que conducen a tu vientre.
Allí se fertilizan las caricias,
se le abren las puertas al llanto
con que la vida da su primer paso
en tierra firme.
De amor están marcadas las miradas,
con que en silencio
respondes a las frías madrugadas.
Allí el horizonte que faltaba
se insinúa entre tus senos.
Completarnos ha sido una epopeya
impulsada por las velas del amor.
Anclado en tus rodillas
regresamos del destierro,
sin otra brújula que el asombro
que inyectas con cada beso,
olvidado entre los pliegues de la carne.
Alcanzar la otra orilla solo fue posible
aferrado a la carne de tus muslos.
De epifanías inadvertidas estamos hechos,
por eso el amor es el altar
donde el sacrificio es simple lluvia,
y nosotros el canto azul de una nueva alborada.
Víctor Hugo Fernández Poeta, narrador y ensayista. Posee Licenciatura en Filología Española y Maestría en Literatura Comparada por Pennsylvania State University, USA. Ha ejercido el periodismo cultural y la crítica de danza en medios costarricenses y cooperado con revistas internacionales. Miembro fundador del grupo Literario Sin Nombre, que reunió a otros poetas y artistas de su generación en torno al movimiento de promoción del arte en espacios urbanos. Fue director del Suplemento Cultural Ancora que publica el diario La Nación entre 1989 y 1996 y desde allí desarrolló una amplia labor en beneficio de la cultura.
En novela ha publicado Los círculos del cuerpo (REI, 1992), En relato ha publicado La Reina del Ácido (EUNED, 2017), El amante y la chica depresiva (WG, 2018) En Poesía ha publicado Calicantos (Mesén editores, 1982), Las siete partes en que antiguamente se dividía la noche (EUCR, 1991), Escala en Santa Rosa y otros trenes (BBB, 2014), Genealogía de mi sombra (WG, 2016), Canciones para un Minotauro (WG, 2018), No todas las naranjas cantan igual (WG, 2019). Dulces blasfemias (WG, 2020) Su obra ensayística es amplia. Es fundador del proyecto Planeta Musical -música y poesía por radio en Internet-, por medio del enlace: www.planetmusicradio.com
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